16.06.2017
El Océano Austral que circunda la Antártica es uno de los menos conocidos del mundo; sin embargo, en sus aguas habitan organismos adaptados a bajas temperaturas y condiciones extremas. El krill es una de estas especies y constituye un eslabón clave en la cadena alimentaria antártica transfiriendo energía del fitoplancton a organismos superiores como aves voladoras, pingüinos, peces, focas y ballenas, lo que motiva a ampliar el conocimiento sobre su distribución espacial, biología y comportamiento.
Además, las grandes concentraciones de este pequeño crustáceo despiertan interés en su explotación, ya sea para consumo humano o animal, como también para ser utilizado por la industria farmacéutica y cosmética.
Con el objetivo de analizar el estado de conocimiento de este recurso, entre el 12 y 16 de junio se realizó en la Universidad St. Andrews, en Escocia, Reino Unido, el Tercer Congreso Internacional sobre Krill, donde participaron 75 especialistas de 13 países que expusieron los resultados de sus investigaciones.
El evento también contempló la realización de un seminario con representantes de la Asociación de Operadores Pesqueros de Krill (ARK, por sus sigla en inglés), con la idea de intercambiar información, ideas y aspiraciones hacia el futuro.
Según informó Patricio Arana, profesor de la Escuela de Ciencias del Mar de la PUCV, en la actualidad existe gran interés por lograr un mejor conocimiento sobre este organismo con el fin de aprovechar sus excedentes productivos sin afectar el equilibrio ecológico del ecosistema antártico.
“Además de presentarse los últimos adelantos en las investigaciones y las posibles influencias del cambio climático, se cuestionaron algunos postulados como por ejemplo, que el recurso estaría disminuyendo. Esta es una noticia positiva tanto para los científicos como para los sectores pesqueros nacionales e internacionales, que desde sus respectivas posiciones tienen el objetivo común de asegurar la conservación de la especie y el equilibrio ecológico en esta especial región del mundo”, indicó el académico.
Por Mirta Barramuño
Escuela de Ciencias del Mar