17.10.2017
“La Revolución Rusa de 1917 fue un proceso histórico complejo. Si se analizan las condiciones históricas se pueden entender los focos de rebelión de este pueblo y el posterior desarrollo de la Unión Soviética (URSS)”, señaló el Dr. Claudio Llanos, académico del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
En el seminario “Balance de lo Ocurrido: A 100 años de la Revolución Rusa", realizado en la Universidad de Tarapacá, el profesor explicó los problemas de la modernización capitalista (presentes desde el siglo XIX) y la permanencia de profundas divisiones entre lo rural y urbano, donde los sectores campesinos experimentaron fuertes presiones sobre su subsistencia debido a los impulsos de industrialización.
Asimismo, el doctor mencionó los fracasos militares en la guerra contra Japón (1905) y la mantención de anacronismos sociales y políticos en esta época, donde el régimen del Zar fue incapaz de responder a las demandas de modernización política. “En esta misma línea hay que entender el grado de influencia de la socialdemocracia rusa y el surgimiento de un grupo revolucionario (los bolcheviques), que según el historiador Moshe Lewin, fueron capaces de entender el problema que enfrentaba el poder del Estado ruso y ligar su programa político a las necesidades que sectores sociales rusos tenían en el marco de la Primera Guerra Mundial”, indicó Llanos.
El académico agregó que este último evento es central para entender cómo se precipitó el proceso revolucionario entre febrero-marzo y octubre-noviembre de 1917. “Las demandas de pan, paz y tierra reflejaban el grado de necesidades dentro de la sociedad que componía el imperio del Zar. Además, no se puede olvidar el rol de los soviets, que nacidos en 1905 fueron tomando un papel cada vez más relevante en la administración política, llegando incluso a reemplazar en poder al gobierno provisional dirigido por Kerensky”, informó el investigador.
FUERZAS CONTRARREVOLUCIONARIAS
Luego de la revolución comenzó una guerra civil entre 1918 y 1921. En esta rebelión las fuerzas contrarrevolucionarias no fueron capaces de ofrecer un programa que brindara más que la restauración de las viejas formas de relaciones e incluso pretendían mantener las desigualdades nacionales. En esto último, el ejército rojo dirigido por Trotsky, pasaba a representar una serie de alternativas distintas que contaron con mayor apoyo en diversos sectores de los obreros industriales y el campesinado. “Esto no significa desconocer los grados de violencia desatados por la revolución, pero se debe considerar que en ella los proyectos políticos eran centrales para entender el desarrollo de la misma”, aseveró.
El periodo de la Nueva Política Económica (NEP), después de la guerra civil, marcó en cierta forma la comprensión en torno a la no realización de la revolución "mundial", por ello la necesidad de aumentar el desarrollo capitalista en Rusia. El régimen entró en un proceso de radicalización de los controles políticos y policiales, desde fines de la década del 20 hasta el año 1953, constituyéndose en burocracias que aumentaron sus privilegios y las purgas estalinistas determinaron el destino fatal de millones de opositores, incluidos los propios miembros y líderes de la revolución de 1917.
“En cierta medida la URSS en su impulso económico no logró resolver los problemas del desarrollo de una industria pesada fuerte y una comparativamente débil industria básica. Luego en los años 1970 y 1980 el gasto militar representó un problema que afectó las condiciones económico-sociales aumentando las críticas al régimen. Su caída fue, entre otras, expresión de los problemas internos no resueltos y las crisis, que desde la década de 1970 alteraron el funcionamiento de la economía global”, concluyó Llanos.
Por Natalia Cabrera Vásquez
Instituto de Historia