Por Raúl Allard Neumann, ex subsecretario de Educación y actual director del Magíster en Relaciones Internacionales PUCV
Con ocasión del fallecimiento del Presidente Patricio Aylwin se han recordado los grandes hitos de la transición a la democracia. También lega Aylwin un estilo transversal de Gobierno que implicaba dialogar con distintas fuerzas sociales y políticas, al interior del Gobierno y con la sociedad. Una vez definidas las políticas debían aplicarse con determinación y evaluar la marcha del Gobierno de modo flexible pero real. Ese estilo fue apreciado por la ciudadanía durante su gobierno y de manera muy notable por la ciudadanía actual, renovada 22 años después. Pude apreciar las muchedumbres abigarradas y respetuosas en las veredas mientras marchaba por el centro de Santiago acompañando el féretro y luego en el ex Congreso.
Mi punto de mira en el Gobierno de Aylwin fue como Subsecretario de Educación con Ricardo Lagos Escobar y Jorge Arrate de ministros de Educación, un mirador amplio por cuando la Educación -parvularia, básica, media y superior- era también parte de los énfasis de la regionalización y las giras nacionales del Presidente como también de los grupos que elaboraban otras políticas relacionadas con la prevención del consumo ilícito de drogas, el combate al SIDA, medio ambiente y cultura.
En su discurso en el Estadio Nacional, Aylwin abogaba por un Chile “libre justo y democrático”. Una nación de hermanos que requería “de la tolerancia a las opiniones divergentes y la tendencia a no extremar los conflictos, sino lograr resolverlos mediante decisiones consensuadas”.
A continuación, agrego algunos ejemplos del estilo transversal de Aylwin, que fue llevado adelante con esos valores
En educación superior al asumir el Gobierno se pidió la renuncia a los rectores delegados, se democratizaron las universidades estatales y, según sus tradiciones y normas, las particulares de carácter público. En el caso en que no se produjo la renuncia, Aylwin dictó el único decreto de insistencia de su mandato. A partir de ese momento se retomó un estilo de diálogo entre las universidades y el Gobierno, de mutuo respeto, y que precedía a las políticas que dictaba la administración estatal en ciencias, infraestructura y desarrollo, equidad, fondos solidarios y becas. Ese estilo dialogante Estado-universidades y la autonomía y capacidad crítica de éstas tenía una larga tradición en el país.
En la gestión de Aylwin, se empoderó a ministros, subsecretarios y autoridades regionales, los que formaban un equipo coherente y representaban al Gobierno en sus áreas respectivas. En ese contexto, había coordinación superior del Presidente con el ministro del Interior, Enrique Krauss, con un tinte más político-gobierno interior, relacionamiento con partidos, orden público, problemas de la coyuntura y una coordinación político-legislativa, en que también participaban Edgardo Boeninger, ministro de la Presidencia y Enrique Correa, secretaría general de Gobierno. Y un rol importante en lo económico-financiero por parte del ministro de Hacienda, Alejandro Foxley.
La evaluación de la marcha del Gobierno era materia de las reuniones en el Salón Prieto, el “bunker” de La Moneda, en las que Aylwin fijaba “la carta de navegación”, la gran línea del Gobierno. Edgardo Boeninger resumía hechos relevantes de los meses recientes y entregaba documentación sobre las tareas que interesaban a todo el Gobierno y sectores en los meses venideros.
Había que hacer realidad estas políticas y estilo dialogante a nivel de todo el territorio. Naturalmente, cada ministerio cumplía sus funciones a nivel país, pero el Presidente Aylwin utilizó como instrumento las giras presidenciales a regiones y provincias, con un formato básico adaptable a distintas áreas. Me correspondió acompañarlo a Arica, Iquique y a las regiones del Maule, La Araucanía, Coquimbo y Magallanes. Los tiempos eran manejados por asesores y la agenda local por los intendentes. Siempre había espacio para visitas a terreno en las que Aylwin hacía gala de su calidad humana y política como también para quienes lo solicitaban, parlamentarios locales, partidos políticos, Concertación, organizaciones sociales y mundo vecinal, académicos, jóvenes, empresarios y medios de comunicación.
En esas giras estaba presente el pueblo en sus manifestaciones en pro y en contra como es propio de la democracia. Lo notable, y retomo el punto de partida, es que esta transversalidad y cercanía con la comunidad subsista y en 2016 muchos que eran muy jóvenes o aún no nacían -junto a los contemporáneos de Aylwin- se hayan volcado a rendirle homenaje de manera transversal.
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