16.12.2016
Robinson Soto, estudiante del Doctorado en Ciencias de la Ingeniería con mención en Ingeniería Bioquímica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, recibió los premios “PYMEs” y “Aguas”, por el proyecto de eliminación de arsénico del agua mediante microalgas en comunidades aimaras, el tema central de su tesis de investigación.
El proyecto se desarrolla en Camiña, un pueblo ubicado en la región de Tarapacá, a 200 kilómetros de Iquique, hacia la cordillera, en donde sobre un 80% de la comunidad es aimara. Robinson Soto, quien lidera la iniciativa, señaló que éste “es un proyecto muy lindo desde el punto de vista social, porque la tecnología que desarrollamos nos permitió ayudar a comunidades aborígenes, quienes viven en torno a la agricultura de terrazas, que es la que usan desde hace miles de años, heredada de los incas. Fue una experiencia muy linda, compartir con ellos, entender su cosmovisión y cómo entienden el agua”.
El premio lo recibió en la ceremonia “Reconocimiento Innovación Ambiental 2016”, en la Cámara Chileno Británica de Comercio, ocasión en la que también participaron las otras empresas finalistas del concurso: Central Hidroeléctrica El Rosario, Viña Concha y Toro, y Viña San Pedro de Tarapacá.
Este proyecto, que cuenta con financiamiento del Gobierno Regional de Tarapacá, realizó su postulación a través del Núcleo Biotecnología Curauma (NBC-PUCV), y ha reunido a un equipo multidisciplinario de profesionales que incluye psicólogos, agrónomos, ingenieros mecánicos e ingenieros civil bioquímicos de la PUCV.
CONTAMINACIÓN DEL AGUA
El arsénico ha sido declarado por la Organización Mundial de la Salud como una de las moléculas más tóxicas que hay en las aguas de consumo humano, provocando cáncer, tumores, alteraciones en la piel y trastornos de distinto tipo. “La concentración que la OMS ha establecido como aceptable en agua de consumo humano es de 10 ppb, siendo que en aguas contaminadas puedes encontrar de 300 a 500 ppb, o incluso 1 ppm; por lo tanto es una tecnología que se hace necesaria y que nosotros queremos desarrollar”, agregó Soto.
¿CÓMO FUNCIONA?
La tecnología desarrollada consiste en contactar biomasa microalgal con la corriente de agua que se quiere tratar, en donde se produce una cinética de adsorción, que es en la que trabajan los investigadores de la PUCV. “Esto tiene que ver con cómo cultivas la microalga, a qué temperatura, con qué ph, la concentración de los nutrientes, del medio de cultivo que diseñamos. De todos ellos se arroja la capacidad de adsorción total que tendrá la biomasa para abatir los metales pesados”, explica el estudiante de Doctorado.
Por ahora, los desafíos de este equipo de investigación están centrados en lograr que sea una tecnología competitiva ante los métodos convencionales, y alcanzar un equipo que sea rentable para las empresas que ya están interesadas en adquirir esta tecnología.
Por Andrea Rivera
Escuela de Ingeniería Bioquímica