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Facultad de Filosofía y Educación inauguró seminario "Historia de las Ciudades y Espacios Imaginados"

“Constantinopla” se tituló la conferencia inaugural dictada por el doctor José Marín Riveros, decano de la Facultad de Filosofía y Educación de la PUCV, actividad organizada en conjunto con St Margaret`s School.

Viernes 9 de noviembre de 2018

Facultad de Filosofía y Educación inauguró seminario
Facultad de Filosofía y Educación inauguró seminario

09.11.2018

“Para nuestra Universidad y especialmente para la Facultad de Filosofía y Educación esta es una ocasión para celebrar que estamos trabajando junto al colegio St Margarets en actividades de extensión cultural y académica. No es la primera que las impulsamos, ya que este año realizamos en conjunto un diplomado en Literatura en Lengua Inglesa, siendo el primer curso desarrollado en esta modalidad, por lo que esperamos transformarnos con estos seminarios y encuentros en una suerte de polo cultural aquí en Concón”, señaló José Marín Riveros, decano de la Facultad de Filosofía y Educación de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

El seminario "Historia de las Ciudades y Espacios Imaginados" es organizado por el Área de Extensión de la Facultad de Filosofía y Educación PUCV y está compuesto por tres sesiones que se efectuarán los días miércoles 7, 14 y 21 de noviembre en el colegio St Margaret`s School.

“El nombre de este seminario se debe a que hay muchos lugares que existen en la imaginación y otros en la realidad. Las ciudades invisibles de Ítalo Calvino solo existen en la imaginación, pero hay ciudades que tienen realidad y son imaginadas como es el caso de Constantinopla”, informó el académico.

El académico mencionó que por siglos la ciudad más importante del mundo mediterráneo fue Constantinopla, capital del Imperio Bizantino.

“La ciudad de Bizancio se fundó en el siglo VII antes de Cristo. En el año 657 hubo una colonización griega, casi mil años después es refundada por Constantino el Grande, el primer emperador romano que aceptó el cristianismo y la funda con el nombre de la Nueva Roma, porque era la nueva capital del Imperio Romano en el siglo IV. Este imperio se estaba renovando en todos los ámbitos no solo en el religioso. La ciudad se identificó tanto con la figura de Constantino que se empezó a hablar de Constantinopolis, la ciudad de Constantino, y de allí Constantinopla”, explicó Marín.

El profesor informó que “en el mediterráneo de la Edad Media durante siglos, cuando alguien preguntaba ¿dónde vas?, bastaba con decir que ibas a la polis, porque no había otra. Era la ciudad más importante, la más rica, la más espléndida. Quizás solo en el siglo IX–X, la ciudad española de Córdoba, fue similar en importancia. No obstante, había que considerar que Córdoba no era una sociedad occidental, era el oriente musulmán instalado en medio del occidente europeo. De manera de que los dos grandes polos en el mediterráneo, fueron Constantinopla y por otro lado Córdoba, vale decir dos ciudades finalmente orientales”, precisó el doctor.

El nombre turco de “İstanbul” proviene de las palabras griegas eis tin poli (pronunciado is tin poli), que significa ‘en la ciudad’ o ‘a la ciudad’ (στην Πόλη), del griego clásico eis tên Polin (εἰς τήν Πόλιν), y que hace referencia a que los bizantinos llamaron a Constantinopla i Polis (‘la Ciudad’), ya que ésta era el centro neurálgico del mundo bizantino y durante la mayor parte de su historia fue la ciudad más grande de Europa.

“Durante mil años se llamó Bizancio, durante 1100 años se denominó Constantinopla y desde 1453 que la conocemos como Estambul. Capital del Imperio Romano, capital de lo que llamamos Imperio Bizantino y del Imperio Turco Otomano. Esto también es algo singular en la historia de las ciudades, ya que tiene a su haber 2580 años y de éstos, 1590 años fue la capital imperial”, expresó Marín.

El profesor indicó que la ciudad en sus dos momentos de esplendor, en el siglo VI, en época de Justiniano el Grande, y en la época de la Dinastía Macedonia en el siglo X, llegó a albergar a alrededor de un millón de habitantes, aunque ese dato se discute porque no existían las estadísticas oficiales.

En la crisis final, antes de caer en manos de los turcos, la ciudad tenía unos 45 mil habitantes. “Hay que pensar en lo que significa, que una ciudad grande, que estaba habilitada con todos los servicios y las edificaciones para contener a una población de un millón de habitantes, se vaya contrayendo”, comentó el académico.

“Los espacios se empezaron a arruinar porque quedaron abandonados, no había quien los sostuviera. No se mantuvieron los acueductos por lo que los servicios por lo tanto se cortaron y barrios completos fueron quedando en la marginalidad urbana y entregados al deterioro. Esa es una de las razones por las cuales es muy difícil reconstruir hoy como fue Constantinopla en época bizantina”, aclaró el investigador.

El decano agregó que “en la actualidad se conserva muy poco de lo que fue esta ciudad. Para que se hagan una idea de 450 iglesias que había al interior de ella no quedan vestigios de más de 40. No hay restos de ninguna casa de época bizantina. Entonces por un lado fue la reconstrucción que hicieron los turcos sobre la antigua ciudad griega, evidentemente, cuando la conquistaron. Asimismo, la ciudad vivió sus propios procesos, pues en algunos momentos de su historia algunos edificios como la iglesia de los Santos Apóstoles colapsó en el siglo XV antes de la entrada de los turcos. La topografía de Constantinopla además es muy irregular y sus callejuelas se adaptaban a ella. La ciudad sufrió varios incendios y terremotos porque se daban todas estas condiciones”, argumentó el profesor.

“Una de las claves del éxito de Constantinopla como ciudad fue su posición geográfica estratégica. Era difícil de atacar por mar y poseía un puerto natural excepcional”, concluyó Marín.

En su exposición se analizaron las formas y cómo la materialidad de algunos edificios y construcciones de esta ciudad pueden comunicar sobre la cultura y el espíritu bizantino, presentando importantes obras que se erigieron en ella: el muro construido en el siglo V para proteger la ciudad; el Monasterio de San Juan Bautista; el Palacio de Blanquerna; la Iglesia de San Salvador de Chora, el Hipódromo; Yerebatan Sarayi (Cisterna Sumergida), la Iglesia de Santa Sofía, entre otras edificaciones.

Por Natalia Cabrera Vásquez

Facultad de Filosofía y Educación

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