Manos en la Tierra: el proyecto ecológico que une a comunidades escolares y estudiantes PUCV
El proyecto que consiste en realizar trabajos de huertos en diferentes establecimientos educacionales de la región, se está llevando a cabo de manera presencial, con voluntarios estudiantes de Agronomía y también de otras carreras que acompañan a alumnos y profesores para desarrollar plantaciones en sus respectivos colegios.
28.10.2021
Una de las fragilidades que se ha podido ver en la actualidad, tanto por la pandemia generada por el COVID-19 como por el cambio climático que está afectando a nuestro planeta, es la falta y poco acceso que se ha dado a ciertos alimentos. En la cadena alimenticia, las frutas y verduras toman un rol primordial, teniendo actualmente precios elevados que muchas veces no son del acceso para todas las personas.
Manos en la Tierra es un proyecto que, gracias a fondos de la Dirección General de Vinculación con el Medio de la PUCV, se está llevando a cabo con el fin de poder inculcar la importancia de tener soberanía alimentaria a través de huertos realizados por nuestras propias manos y es por eso, que se ha llevado a cabo un plan de trabajo en distintos establecimientos educacionales de la región para poder orientarlos, ayudar con insumos y ejecutar una labor en conjunto realizando huertas en sus propias instalaciones.
Son cuatro los establecimientos educacionales con los que se está trabajando: el Colegio Saint Paul's de Viña del Mar, Liceo Politécnico de Concón, Colegio Robles de Villa Alemana y Colegio Montesol de Quilpué. Estos establecimientos han confiado en el proyecto y han permitido el contacto de sus alumnos con los estudiantes de agronomía y voluntarios que se encuentran trabajando en Manos en la Tierra, entendiendo que una manera actual de educación es ecológica y contingente con el cuidado de nuestro planeta.
El traspaso de conocimientos en este proyecto es de suma importancia debido a que, además de verse plasmado físicamente en la infraestructura de las instituciones, los aprendizajes que adquieran los alumnos y alumnas, los traspasarán a sus familias, buscando que tomen conciencia lo que significa y realizarlo también en sus hogares.
Proyecto que nace de alumnos
La idea inicial y basal de Manos en la Tierra nace en estudiantes de la PUCV. Fueron ellos quienes lo comenzaron y se encuentran desarrollándolo, reconociendo las responsabilidades que conlleva un trabajo de este tipo y que les da un gran acercamiento a una experiencia real, en terreno y con conocimientos que tienen que poner en práctica al traspasarlos a la comunidad.
Uno de los estudiantes gestores de la idea fue José Magasich, alumno de cuarto año de Agronomía y quien sostiene la relevancia que llega a tener un trabajo como este: “La importancia que tiene es inculcar conocimientos de soberanía alimentaria, llevarles el concepto, que a mí me gusta aportar, y es que los conocimientos deberían ser públicos para todos y todas y que no es difícil alimentarnos de manera sana, responsable y cuidadosa. Es algo que podemos hacer nosotros mismos”. Además agrega el aporte al establecimiento: “tiene un aporte visual súper importante al instalar un punto verde de plantas”. cerró
A pesar de que sea un proyecto que nace desde la Escuela de Agronomía y entrega conocimientos ligados a esta carrera, también se encuentran estudiantes que no pertenecen a la carrera, siendo este el caso de Valentina Olivares, estudiante de cuarto año de Ingeniería Comercial, quien también fue de las gestoras de este proyecto.
Para Valentina la experiencia de poder trabajar en un proyecto ajeno a lo que se encuentra estudiando ha sido muy positiva, además de conocer a otros estudiantes: “es muy entretenido poder compartir con gente de agronomía, es algo completamente distinto a lo que hago y muy por fuera de mi área de confort, pero he sentido a todos super apañadores y ha sido muy buena la energía del equipo”. Además, agregó la importancia de este conocimiento externo a su propia área: “es super bueno conocer a personas de otras áreas que no sean de la que uno se va a especializar después”, razonó.
A través de un aviso realizado en las redes sociales de la carrera, se llamó a voluntarios y voluntarias a participar del proyecto. Fue tanto el interés que en una semana se tuvieron que cerrar las postulaciones. Finalmente, fueron casi 20 estudiantes quienes se sumaron para trabajar en el proyecto, demostrando así las ganas que surgen desde el alumnado en querer ser parte de instancias de aprendizajes personales y también entrega de conocimientos y vínculos entre estudiantes con la comunidad y su entorno.
Los voluntarios y voluntarias recibieron capacitaciones por parte de la Ingeniera Agrónoma PUCV, especialista en producción limpia y sustentable con 12 de años de experiencia en huertas propias y creadora del emprendimiento Pura Vida, Paloma Braüchi, quien les entregó conocimientos sobre el buen manejo de huertas, residuos, construcción de cajones, recipientes reciclados, entre otras materias que en el día a día trabaja en su hogar que ha vuelto su “oficina” y que los estudiantes han traspasado a las comunidades escolares.
La oportunidad de poder participar en un proyecto de estas características para Paloma es muy reconfortante por la oportunidad de poder entregar lo que ella siente relevante para una buena educación ecológica: “la idea de que se desenvuelva (el proyecto) para chicos es fundamental, creo que los que estamos en el área de educación y tenemos un lazo estrecho con la agricultura, opino que parte de nuestra misión es poder llevar a cabo una educación integral y transversal para todo tipo de estudiantes, edad y comunidades, donde se puedan ver favorecidas ya sea por el autoconsumo y además para generar vínculos de comunidad”. sostuvo.
Misma idea de vínculos en comunidad que menciona la académica a cargo del proyecto, Patricia Peñaloza, al decir que los estudiantes que se han encargado de levantar este proyecto “han logrado promover los principios de la Universidad y su fuerte relación con las personas y con la sociedad. Ha sido una bonita enseñanza para ellos y han logrado realizarla muy bien, ha sacado lo mejor de nuestros alumnos en términos de generosidad, apego al medio ambiente y a las comunidades”, concluyó.
La perspectiva de los colegios
Para los colegios, este proyecto llegó como una gran oportunidad de realizar una labor oportuna y ligada a la actualidad, ya que los estudiantes buscan trabajar en procesos que tengan que ver con el medio ambiente y poder alimentarse de cosas naturales provenientes de la producción hecha con sus propias manos, siendo un aprendizaje tanto para alumnos, como también para profesores.
Gonzalo Rojas, profesor de Ciencias Naturales del Colegio Montesol, valora este proceso de aprendizaje que están teniendo sus alumnos, al sostener que “es importante que existan estos trabajos porque para los estudiantes es mucho más significativo aprender trabajando en un huerto que estando en una sala de clases. Ellos se acordarán a futuro de cosas como la importancia de la tierra, las distancias que deben tener las plantas por las raíces y todo eso gracias a estar poniendo las manos en la tierra, aprendiendo y haciendo en el huerto en vez del aula”, sentenció.
El Liceo Politécnico de Concón, es otro de los establecimientos que ha permitido que se desarrolle este proyecto en su infraestructura, al tener un espacio que veían con oportunidades de generar un huerto, pero que no estaba siendo ocupado para ello. Para su equipo coordinador esta instancia “trae como beneficio principal ir desarrollando un estilo de vida sostenible en toda la comunidad educativa, con el aprendizaje de contenidos y la aplicación de estrategias que nos permitan desarrollar acciones que favorezcan los distintos entornos en que nos desenvolvemos. A su vez, como docentes, nos permite enriquecer nuestras prácticas pedagógicas y conocimientos teóricos, para ser aplicados en las distintas disciplinas”, concluyeron.
Proyecto con pretensiones a futuro
Una de las características principales de los proyectos de Vinculación con el Medio es que tienen que ser visualizados a futuro y tener una característica que los haga ser significativos a largo plazo. Por parte de este proyecto, la compañía de la Escuela de Agronomía hacia los colegios es vital, ya que se encargará de seguir manteniendo el contacto y motivando para que todo lo que se ha construido en las instituciones escolares se siga mejorando, además de darle un experiencia única tanto a los alumnos de los colegios como de la PUCV.
Para la académica Patricia Peñaloza, el valor de aprendizaje profesional y personal que provoca este proyecto es muy grande y se debe mantener ya que “estamos trabajando con muchos alumnos insertos en la comunidad, lo cual nos permite que los estudiantes puedan ver cómo se realizan determinados cultivos y vean la necesidad de, no solamente ver producción a una escala netamente agronómica, sino también algún tipo de beneficio más particular como trabajar con pobladores, con personas de escasos recursos o, en este caso, con colegios”. Además, considera que para un correcto desarrollo de un proyecto de estas características, “no puede ser a corto plazo, ya que toda la energía que estamos poniendo puede ser mejorada y llevada a distintos sitios cumpliendo verdaderas etapas en el desarrollo”, cerró.
El trabajo presencial y en conjunto con las instituciones durante el 2021 finaliza en diciembre, sin embargo, se le ha mencionado enfáticamente a los colegios que cuentan con el apoyo y recomendaciones desde la Escuela de Agronomía para mantener los huertos durante el verano para luego reanudar el trabajo presencial entre los estudiantes de la PUCV y la comunidad escolar de cada establecimiento, y así seguir dándole forma a esta iniciativa ecológica que, desde todas las partes, existe motivación por seguir manteniendo.
Por Escuela de Agronomía