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¿Es la innovación la disciplina para nuestra época?

Nuestra época no sólo enfrenta la complejidad de múltiples crisis, también enfrenta la velocidad de los cambios y la profundidad de estos.

Hoy no es difícil vernos enfrentados a múltiples crisis. Algunas anunciadas hace décadas, como el cambio climático; otras anunciadas hace años, como la crisis social, y otras hace sólo meses, como la pandemia. Si damos un vistazo rápido en los titulares, podemos encontrarnos con ejemplos de crisis política, institucional, social, económica, medioambiental, educacional, de salud, y así, ad infinitum. Pero vale decir que las crisis no sólo se viven en nuestro país. Tampoco sólo en países subdesarrollados o en desarrollo. Es una crisis global y multisistémica.

Los cambios son evidentes y los resultados aún inciertos. Y -para mi tranquilidad emocional- creo que nos estamos perfilando a solucionar estos grandes desafíos. Por ejemplo, hoy veo un compromiso cada vez más fuerte para hacernos responsables como sociedad de los 17 desafíos de desarrollo sostenible de la ONU.

Nuestra época no sólo enfrenta la complejidad de múltiples crisis, también enfrenta la velocidad de los cambios y la profundidad de estos. ¿Qué más profundo que enfrentar la institucionalidad patriarcal?

La incertidumbre, que ya es normalidad, nos genera un estrés que nos podría llevar al agotamiento social y personal. Las herramientas y conocimientos tradicionales no son capaces de llevar el ritmo de cambio. No pueden incorporar los constantes escenarios nuevos, el exceso de información, los nuevos lenguajes, los nuevos códigos ni los nuevos ritos.

La revolución industrial de mediados del siglo XIX, generó cambios sociales profundos, como, por ejemplo, en la forma en que separó la educación de la vida familiar, imponiendo comportamientos funcionales, como el trabajo repetitivo, la obediencia y la puntualidad en un horario educacional, sincronizado con el horario laboral de los padres. Y, lamentablemente, nosotros seguimos utilizando esas organizaciones y estructuras del siglo XIX, para enfrentar problemas del siglo XXI.

La difundida frase Albert Einstein dice: "No pretendemos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo". Pero ¿cómo podemos hacer las cosas diferentes sin joderla? Don Albert, como todo científico, conocía una forma de buscar nuevas soluciones: la experimentación.

La experimentación es la base del método científico. Permite enfrentar, no sólo la incertidumbre científica, sino también, la incertidumbre del comportamiento social. Pero el aprendizaje basado en la prueba y el error suena un poco atrevido para los grandes problemas de la humanidad. Sin embargo, frente a una pandemia global, los mejores resultados los ha entregado este método. La esperanza de una vacuna depende del éxito que tengan las pruebas de control en una reducida población donde se experimenta su efectividad.

El método científico- y la experimentación- permite asegurar un aprendizaje continuo y cada vez más profundo, primero, del problema y, luego, de la solución. La innovación ha heredado este método, pero, además, ha permeado una corriente que la orienta hacia el ser humano; es decir, la principal promesa que debe cumplir la innovación es satisfacer a las personas, entendiendo que detrás del PC o de un smartphone, está un ser con emociones y vínculos sociales.

Hoy, la innovación invita, sin diferencias, a quien quiera desafiar lo establecido y ver de una manera diferente los problemas y sus soluciones. No es difícil comenzar. Si eres una empresa, te puedes acercar virtualmente a un cowork, HUB, empresas b, incubadora o centro de desarrollo de negocios. Mientras que, si estás en el sector público, existe el Laboratorio de Gobierno.

Una de las principales propuestas de esta nueva área del conocimiento, es utilizar la colaboración para resolver las crisis que estamos viviendo. De nosotros depende si la innovación es capaz de cumplir su promesa.

Por Diego Núñez
Gerente de Ceinnova PUCV