Ir a pucv.cl

Columna de opinión: "Navidad"

El prof. Jorge Mendoza V. comparte una reflexión sobre el significado de la Navidad en términos sociales.

28.11.22

NAVIDAD

 JORGE MENDOZA V.

             Se aproxima una de las fechas que, cíclicamente, marcan un hito en la vida social: la Navidad. Poco a poco el comercio inicia sus campañas de promoción de los artículos que sus potenciales clientes les comprarán. Las entidades financieras también comienzan con la propaganda de créditos para financiar los gastos que se generarán en razón de esta fecha y de las subsiguientes.

            Dos son los puntos sobre los que quiero proponer una reflexión sobre el significado de la Navidad en términos sociales. El primer punto tiene que ver con el origen mismo de la fecha, con su propia historia. El Papa Julio I estableció el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento del Redentor pero no obedecía, esta decisión, a un criterio propiamente histórico sino más bien al propósito de borrar las huellas del paganismo. De hecho era la fecha en que se celebraba el solsticio de invierno en el hemisferio norte y se conmemoraba dicho evento en las denominadas “saturnales” (en homenaje al dios Saturno), festividad en la que se intercambiaban regalos entre las personas.

            La clara intención del Papa era superponer una festividad cristiana por sobre una pagana pero, nunca faltan los peros, la costumbre de intercambiar regalos siguió hasta el día de hoy. Con el tiempo se ha tratado de asimilar el tema de los regalos navideños con la visita de los tres Reyes Magos y así darle, también al tema de los regalos, una justificación más cristiana. En algunos países se separa la Navidad misma de la denominada Fiesta de Reyes en la que se hacen los regalos, pero tal distanciamiento en las fechas no elimina el tema de los obsequios. La pregunta que queda, entonces, es hasta qué punto se ha mantenido una costumbre propiamente pagana en el calendario y en la cultura cristiana. Si bien el regalar es siempre un gesto de amor no creo que sea pertinente el que se nos imponga una fecha para poder realizarlos. El regalo, como muestra de afecto, no necesita de fechas establecidas ni, menos aún, de una imposición social o comercial. Es más bien una expresión de gratuidad y del reconocimiento de los lazos afectivos que nos unen.

            Lo segundo tiene que ver con el significado más profundo de la Navidad. En este punto voy a parafrasear a Hannah Arendt en uno de sus temas favoritos: la natalidad como un nuevo comienzo y como esperanza, como el aparecer por primera vez ante la sociedad. Cada nacimiento, sea que se lo considere desde el punto de vista de las personas como desde el punto de vista de los acontecimientos sociales, tiene como característica el que la libertad no se reduce a la capacidad de elegir entre opciones dadas sino en la capacidad de trascender lo dado y empezar algo nuevo. Esa es la promesa que nos trae cada vida que llega a este mundo y que obviamente también nos incluye a cada uno de nosotros. Al nacer somos novedad absoluta e impredecible aunque quisiéramos, más de alguna vez, que estas nuevas vidas tuvieran un camino sin incertidumbres ni sobresaltos.

            La novedad de cada vida es que, en su camino de maduración, va elaborando un proyecto que la incluye e incluye a otros. Se trata de añadir algo propio al mundo. En esta puesta en común de los proyectos personales es que vamos construyendo comunidad. No se trata de distanciar estos proyectos del devenir social en el que nos encontramos inmersos, en el que encontramos avances y proyectos de otras personas, sino de enlazar con ellos los nuestros, compartiendo de este modo nuestras propias esperanzas con la de otros y uniéndonos, de este modo, en la construcción de una convivencia vivificadora.

            Hay acontecimientos que tienen claramente estas características de la natalidad y el más significativo, al menos para una parte importante de la humanidad, es el nacimiento de Jesús. Su nacimiento, su irrupción en la historia de la humanidad, ya estaba anunciado y era esperado con diferentes expectativas por su pueblo. Para la mayoría era quien los liberaría de los yugos que oprimían al pueblo judío y, por lo mismo, lo veían como un líder militar o político que llevaría a cabo este proceso liberador. No se esperaban, salvo algunos, que su rol se inscribiría en un proceso de redención más amplio que el concerniente a su propio pueblo y que abarcaría a la humanidad entera. Su nacimiento es, claramente, un punto de inflexión en la historia de la humanidad al inscribirla en la historia de la Salvación, ya no en el plano reductivo de la materialidad de la misma, sino en una dimensión que une lo inmanente con lo trascendente, como lo señalara Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi.

            Su nacimiento es una esperanza tanto del cambio íntimo de las personas, metanoia, como del ocuparse del aquí y del ahora, del mundo concreto en el que vivimos, de la historia que nos toca vivir. No hay, en este sentido, cambios estructurales que por sí solos cambien el rumbo de la historia y de la sociedad sino van acompañados de ese cambio interior que se expresa en la conformación de una nueva cultura animada por la caridad que, a su vez, ilumina y anima las ansias de justicia y los deseos de concretar el bien común.

            Esa es la novedad absoluta a la que se refiera Hannah Arendt. El nacimiento de Jesús trajo una nueva forma de relacionarnos con la trascendencia y, al mismo tiempo, una nueva forma de entender nuestras vidas terrenales. Basta recordar tanto las Bienaventuranzas como el Padre Nuestro para ver, en ambos, esta propuesta que ha ido cambiando, con avances y retrocesos propios de nuestra condición humana, la historia de la humanidad para unirla con la historia de la Redención. En ambos están presentes tanto la materialidad, que pide ser considerada, como la espiritualidad que nos proyecta hacia el futuro, tanto en esta vida, en la que nacemos, como en la que sigue luego de nuestro paso por la historia dejando nuestro propio aporte en su proceso de humanización plena.

 Valparaíso, 28 de noviembre de 2022.