Columna: “Prepotencia y desconfianza”, por Jorge Mendoza
"Creo que el llamado del Papa Francisco hacia lo que denomina “amistad social” (F. T. N° 106, 233, 245) indica un derrotero y el propósito de establecer una comunidad, en que las diferencias sean consideradas como un aporte y no como motivo de distanciamiento y enemistad o como un peligro", explica el académico de la Facultad Eclesiástica de Teología PUCV.
PREPOTENCIA Y DESCONFIANZA
JORGE MENDOZA V.
Dos actitudes, entre otras tantas, parecen caracterizar los tiempos que vivimos: prepotencia y desconfianza, la segunda como consecuencia de la primera. Hablar de prepotencia nos trae a la memoria episodios difundidos tanto en los medios de comunicación como en nuestras propias experiencias personales. Vemos, cada cierto tiempo, ejemplos de individuos que usan su posición social, su nivel educacional, su capacidad económica o un puesto de poder político, para imponerse sobre otras personas a las que estiman de menor valor que ellos mismos. Me trae a la memoria el sujeto que quería expulsar de “su” playa a otras personas y alegaba que él era abogado, ergo, se debería suponer que los “invasores” eran unos ignorantes. Algo similar, seguramente, hemos vivido en momentos personales en cosas tan cotidianas como no respetar las reglas del tránsito, usurpar y quitar al uso común las calles de nuestro vecindario, no respetar la tranquilidad de los vecinos haciendo ruidos molestos o simplemente “compartiendo” su música y, peor aún, haciendo disparos al aire con consecuencias fatales por la denominadas “balas locas”.
También es prepotencia la cultura delictual, sea en aquellos delitos claramente identificados como tales en el código penal como aquellos otros, más elaborados en su consumación, que usan situaciones de privilegio como el conocimiento y relaciones de poder para ser cometidos. Lo estamos apreciando justamente cuando personeros públicos son enjuiciados, incluyendo a algunos que, se supone, están para evitar la comisión de delitos. También se aprecia esta prepotencia en sectores de la sociedad que se atribuyen un carácter mesiánico, dueños de una verdad que todos deberán aceptar como tal en la estructuración y convivencia sociales. En más de alguna ocasión hemos apreciado verdaderos actos de “matonaje político” para descalificar o impedir que el que piensa diferente amenace situaciones de poder.
Obvio que también es clara prepotencia cualquier dictadura de tipo político, económica, religiosa y de tantas otras especies posibles. En todas ellas hay un factor común que las une: una supuesta superioridad que los hace inalcanzables para la justicia que solo se aplica a quienes son considerados inferiores. Suponen gozar de un privilegio de impunidad. Y ésta no se trata sólo de aquellas situaciones en que, públicamente, se alega que grupos o sectores de la sociedad han actuado flagrantemente contra otros sectores sociales sino, también, de esas artimañas por las que algunos obtienen ganancias ilícitas en detrimento de quienes no alcanzan siquiera a percibir que están siendo robados.
Continúa leyendo en el PDF adjunto: