Entrevista a Dr. Kamel Harire, nuevo Profesor Emérito PUCV
"El estudio de la teología y mi contacto más íntimo con la Palabra de Dios, me permitió descubrir que el hombre no se agota en las categorías de lo individual, lo contingente y lo intrahistórico", afirma el profesor de la Facultad Eclesiástica de Teología PUCV.
10.11.22
Con más de 58 años ligado a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, este martes 8 de noviembre el académico de la Facultad Eclesiástica de Teología PUCV Dr. Kamel Harire Seda recibió la investidura de Profesor Emérito de manos del Obispo de Valparaíso y Gran Canciller de la Universidad, Monseñor Jorge Patricio Vega Velasco y el rector Nelson Vásquez Lara.
El encuentro congregó a más de 120 asistentes, entre directivos, académicos, estudiantes, familiares y amigos del primer decano de la Facultad Eclesiástica de Teología, quienes repletaron el salón de honor de Casa Central y fueron testigos de la investidura del profesor Harire con la más alta distinción que entrega la Universidad.
¿Qué significa para Ud. recibir este reconocimiento?
Respecto del significado que le asigno a este reconocimiento, permíteme responderte con las palabras de mi discurso de investidura donde señalé que lo sentía como un regalo de la Providencia, pues mis propios compañeros de ruta se habían congregado para un fin noble en sí, el reconocimiento de un otro. Este solo hecho convierte, a mi modesto entender, en algo virtuoso el nombramiento de un par como profesor emérito, pues las personas al salir de sí mismas, escapan de la angostura del yo y del egoísmo, que siempre es estrecho o limitado.
Señalé además, que con este gesto mis compañeros habían revelado a toda la comunidad de la Universidad dos cosas: Que la generosidad cuando está unida a la dulzura se llama bondad y que la vida humana debe ser siempre un haz de relaciones interpersonales fecundas.
¿Cómo definiría el rol que la teología ha tenido en su vida?
Con temor y temblor he cultivado la teología y más exactamente la investigación de la Sagrada Escritura que ha sido el ámbito más específico de mi estudio y pasión de vida. Nunca imaginé las insospechadas consecuencias que podía tener para mi vida el siempre fascinante y siempre inacabado “aprendizaje” sobre el misterio de Dios y de nosotros los hombres.
El estudio de la teología y mi contacto más íntimo con la Palabra de Dios, me permitió descubrir que el hombre no se agota en las categorías de lo individual, lo contingente y lo intrahistórico.
En base a su experiencia, ¿Qué consejos le daría a los estudiantes y a quienes se inclinan por el cultivo de la teología?
Qué difícil resulta aconsejar en un ámbito tan complejo como es en el cultivo de la teología. Ahora bien, me atrevo a sugerirles, particularmente a los estudiantes de teología, que en todo momento realicen la experiencia de Jesús y se pongan en situación de encuentro con el prójimo. La Epístola a los Filipenses nos enseña que nuestro Dios es quién salió al encuentro nuestro (y por eso) de Él procede la invitación para que nosotros salgamos de nuestros encierros a compartir con los otros.
Compartir y formar comunidad con los otros, es la atmósfera adecuada para hacer vida la teología: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” 1 Juan 4, 20.
¿Algo más que le gustaría destacar tras la solemne ceremonia realizada en el salón de honor de Casa Central?
Solo agradecer, una vez más, a la Universidad, a sus académicos, alumnos, al personal administrativo y auxiliar por su cortesía, generosidad y amor por más de 58 años, pues me ayudaron a formarme como docente, y me hicieron crecer como persona y como cristiano.