Dra. Verónica Benavides: "Asistimos a una crisis de la racionalidad y del pensamiento crítico que es urgente revertir"
"La formación filosófica enriquece el estudio teológico y le da al estudiante una perspectiva más amplia de razonamiento, junto con las herramientas conceptuales para entender mejor la propia fe", explica la académica de la Facultad Eclesiástica de Teología PUCV.
08.06.21
Doctora, magíster y profesora en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Verónica Benavides se incorporó a la Facultad de Teología el primer semestre de 2016; respondiendo al llamado de la recordada profesora Eugenia Colomer, quien le explicó el alcance pedagógico de las clases de formación fundamental para los estudiantes y cómo dichas asignaturas eran una oportunidad única de compartir los valores cristianos con la juventud universitaria.
"Tal fue la intensidad de su mensaje que suscitó en mi un gran entusiasmo por ponerme muy pronto “manos a la obra”. Y ese primer semestre de 2016, cuando por fin llegó el día de mis primeras clases en la PUCV -donde también estudié hasta doctorarme- entendí en la práctica que todo lo que ella me había dicho era cierto, al punto que hoy me siento privilegiada de seguir en algo su profunda huella pedagógica", explica Verónica.
En la actualidad, dicta semestralmente las asignaturas de formación fundamental de Antropología y Ética Cristiana, "instancias que me permiten tratar temas tan relevantes para la sociedad actual tales como el sentido de la vida, la dignidad de la persona humana y la visión cristiana del hombre y su comportamiento, incentivando a los jóvenes a pensarlos por sí mismos y compartirlos con sus pares mediante un diálogo respetuoso y empático".
Además, es la encargada de la asignatura de Antropología Filosófica para primer año del Bachillerato Canónico en Teología. En palabras de Benavides, "es un curso que quiero mucho, ya que me permite enseñar una materia que me interesa particularmente, es decir, poder responder -desde la filosofía- la eterna pregunta por la esencia del hombre, por la índole de su naturaleza y cotejar las distintas respuestas que se han dado desde la historia del pensamiento".
- ¿Cuáles son sus temas o áreas de interés?
Sin duda, diría que mi área de interés es la Antropología Filosófica y mis temas favoritos son el pensamiento de San Agustín de Hipona, San Buenaventura y la Escuela Franciscana del siglo XIII. A estos autores y temas les he dedicado la mayor parte de mis investigaciones y artículos académicos en revistas nacionales e internacionales. Por una parte, la Antropología me cautiva, pues el ser humano es una interrogante siempre abierta y es muy apasionante estudiar -y enseñar- qué es la persona humana, su carácter relacional y su vocación societaria a partir de la historia de la filosofía.
Por otra parte, he centrado mi línea investigativa en la metafísica de San Agustín, especialmente, en el tema de la creación del mundo y en su impacto en el llamado “agustinismo medieval”, cuyo mayor representante es San Buenaventura. En suma, me apasiona reconstruir la influencia de San Agustín en esta temática en la Edad Media.
-¿De qué forma la filosofía se inserta en el mundo actual?
Primero que nada, quisiera decir que la presencia de la filosofía en el mundo actual es dramáticamente escasa, es más, asistimos a una crisis de la racionalidad y del pensamiento crítico que es urgente revertir. Nuestra sociedad contemporánea, al vivir en el inmediatismo del consumo y la satisfacción de nuestros deseos personales, no se detiene a reflexionar ni analizar sus propias vivencias, su lugar en la historia, ni menos aún su posibilidad de trascendencia. Por ello, creo que hoy, más que nunca, la filosofía debe recobrar su rol orientador de la existencia humana, su calidad de “medicina del alma”, como ya lo sostenían los filósofos griegos antiguos, pues es la única manera de re-humanizar nuestras vidas y darles mayor coherencia y sentido.
-¿Cuál cree usted que es la importancia o el valor de la filosofía para la teología?
Pienso que su importancia es fundamental, es insustituible para la adecuada comprensión de los temas teológicos. De hecho, siendo la filosofía una reflexión racional sistemática y rigurosa, ella se convierte en el instrumento más apto para abordar el estudio de Dios. Quizás la frase que mejor expresa esta mutua complementariedad con la teología es el lema agustiniano “cree para entender” donde razón y fe se apoyan mutuamente para acceder al conocimiento humano de Dios. Posteriormente, san Anselmo refuerza esta idea al afirmar que “la fe busca entender”, y ese entendimiento es justamente el que la filosofía aporta a la teología para iluminar la fe.
-Finalmente, teniendo en cuenta su recorrido filosófico y académico ¿cuál es la relevancia de la filosofía y el conjunto de sus problemas en la formación de un estudiante de nuestra Facultad?
Como decía anteriormente, la formación filosófica enriquece el estudio teológico y le da al estudiante una perspectiva más amplia de razonamiento, le da las herramientas conceptuales para entender mejor la propia fe. Además, la experiencia de estudiar los grandes problemas de la Filosofía y sus múltiples respuestas a lo largo de la historia del pensamiento les permite situar al ser humano como un ser en permanente búsqueda de sentido y respuestas ante lo que lo asombra, ante lo que lo afecta y, sobre todo, ante el enigma de la muerte. Desde esta perspectiva, la filosofía nos recuerda que es el hombre concreto y existencial, con sus dudas y temores, el que busca a Dios y anhela conocerlo y amarlo desde lo profundo de su naturaleza de “espíritu encarnado”, como nos lo recordaba el notable filósofo español Leonardo Polo.