24.11.2020

Esta pandemia ha llevado a cuestionar lo más propio de nuestras relaciones en comunidad y el cómo hemos construido pueblo y nación. Es más, el sobre-uso de las redes sociales no nos ha llevado a crear fraternidad. Si bien es cierto que la globalización y los avances de la información nos han hecho avanzar en algunas cosas, se han descuidado la equidad y la inclusión social. El mismo Papa Francisco lo avisa en FT 33: “nos hemos empachado de conexiones y hemos perdido el sabor de la fraternidad… Presos de la virtualidad hemos perdido el gusto y el sabor de la realidad”. Todo lo que era presencia ahora es virtual, incluso nuestros ritos cristianos que configuran y moldean la fraternidad eclesial. Por otro lado, viene la pregunta qué ocurrirá después de la pandemia. A juicio del Papa, la peor reacción que puede acontecernos es la fiebre consumista y las nuevas formas de autopreservación egoísta (FT 34). El desafío está en que con los “otros” construyamos un nosotros, que es lo propio de la fraternidad. El consumismo no es solo comprar y comprar, sino que es una manera de relacionarse con los otros y un manera de entender su lugar.