Homilía del Mons. Alberto Ortega, Nuncio Apostólico en Chile
Homilía para la Inauguración Año Académico Facultad Teología PUCV
18 de marzo de 2024
V Semana de Cuaresma
Es una alegría participar en esta Ceremonia de Inauguración del año Académico 2024 de la Facultad Eclesiástica de Teología de esta Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Me alegra que se empiece con la celebración de la Eucaristía, porque la Universidad Católica nace del corazón de la Iglesia, “Ex corde Ecclesiae”, y eso no es algo solo del inicio cuando fue fundada, sino que está llamada a vivir cada instante naciendo del corazón de la Iglesia. Y en la Universidad Católica la Facultad Eclesiástica de Teología es como el corazón al servicio de su identidad eclesial.
Me alegra traer el saludo del Papa Francisco, en estos días que celebramos el aniversario de su elección.
Estamos en el tiempo de Cuaresma. El Papa nos ha dejado un mensaje que tiene como título: “A través del desierto Dios nos guía a la libertad”. El él afirma: “La Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser el lugar del primer amor. Dios educa a su pueblo para que abandone sus esclavitudes y experimente el paso de la muerte a la vida. Como un esposo nos atrae nuevamente hacia sí y susurra palabras de amor a nuestros corazones”.
Al inicio del año académico es bueno volver al primer amor, al inicio de donde todo ha empezado, que es el encuentro con el Señor.
Reconociendo el tiempo de gracia que nos toca vivir, haciendo memoria agradecida del camino recorrido hasta ahora.
Dios educa a su pueblo. La labor de la Universidad Católica y muy en particular de la Facultad de Teología tiene mucho que ver con el hecho que Dios educa a su pueblo. Es importante dejarnos educar para educar.
Dios nos educa para abandonar nuestras esclavitudes Y así experimentar el paso de la muerte a la vida, una pascua. Para eso educamos también nosotros.
Me gusta ver la misión de la Universidad Católica y de la Facultad de Teología como un servicio a la verdad que hace libres y conduce a la vida. Esa verdad que se nos revela en Jesucristo, camino, verdad y vida.
¿Cómo Dios nos educa? Como un esposo nos atrae nuevamente hacia sí y susurra palabras de amor a nuestros corazones. En una relación de amor, susurrando palabras de amor al corazón.
Estas palabras orientan el trabajo de la Facultad de Teología.
En el evangelio que hemos escuchado vemos un ejemplo de cómo Jesus enseña.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres, y tú, ¿qué dices?”.
Los escribas plantean esto no por interés en la verdad sino para poner a prueba a Jesús, para tenderle una trampa.
Si Jesús dice que no hay que lapidarla Jesús se pone contra la Ley y los fariseos tienen un nuevo motivo para acusarlo. Si habla de lapidarla parece que Jesús se pone en contradicción con lo que anuncia. En cualquier caso los escribas y fariseos encontrarían alguna razón para criticarlo
Como otras veces Jesús no entra en el juego sino que nos lleva al centro de la cuestión poniendo a cada uno frente a Dios.
De una manera llamativa se inclina y comienza a escribir en el suelo con el dedo y cuando insisten que diga algo afirma: “Aquél de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”.
Pone a cada uno delante de la verdad de sí mismo en relación con Dios.
Y ahí se retiran.
El final de la escena es conmovedor. Jesús queda solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le pregunta: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le respondió: “Nadie, Señor”. “Yo tampoco te condeno -le dijo Jesús-. Vete, no peques más en adelante”.
Jesús ha venido no para condenar sino para salvar.
Podemos imaginar la mirada de misericordia que cambió para siempre a esta persona (algunos dicen que se trata de María Magdalena). Es el perdón que renueva la vida. Y es lo que el mundo necesita.
Este episodio ilumina nuestra vida y el trabajo de la Facultad de Teología.
En un mensaje a una Facultad de Teología en Argentina el Papa Francisco escribe: “Que la teología sea expresión de una Iglesia que es «hospital de campo», que vive su misión de salvación y curación en el mundo. La misericordia no es sólo una actitud pastoral, sino la sustancia misma del Evangelio de Jesús. Les animo a que estudien cómo, en las diferentes disciplinas - dogmática, moral, espiritualidad, derecho, etc. - se puede reflejar la centralidad de la misericordia.
Sin misericordia, nuestra teología, nuestro derecho, nuestra pastoral, corren el riesgo de caer en la mezquindad burocrática o en la ideología, que por su propia naturaleza quiere domesticar el misterio. Comprender la teología es comprender a Dios, que es Amor”.
El Papa había dicho antes en el mensaje: “Debemos guardamos de una teología que se agota en la disputa académica o que contempla la humanidad desde un castillo de cristal. Se aprende para vivir: teología y santidad son un binomio inseparable”.
El Papa Francisco se pregunta: ¿quién es entonces el estudiante de teología que la Facultad de Teología está llamada a formar? Y con un lenguaje típico de él responde: “ciertamente no un teólogo «de museo», que acumula datos e información sobre la Revelación, pero sin saber muy bien qué hacer con ello. Y tampoco un «balconero» de la historia. El teólogo formado en la Facultad de Teología ha de ser una persona capaz de construir en torno a sí la humanidad, de transmitir la divina verdad cristiana en una dimensión verdaderamente humana”.
Y lo que se dice de la Teología vale para el Derecho Canónico. Me alegra que se inaugure el Programa de Licenciatura en Derecho Canónico, después de mucho trabajo y esfuerzo y les felicito
Dice el Papa Francisco en un mensaje a una institución de canonistas: “Todas las dimensiones y estructuras eclesiales deben hacer una conversión pastoral y misionera, para llevar al mundo lo único que necesita: el Evangelio de la misericordia de Jesús. Incluso el Derecho Canónico está investido de este mandato que el Maestro dio a su Iglesia, por lo que necesita ser más pastoral y misionero”.
“Llegar a ser pastorales –dice el Papa - no significa que haya que dejar de lado las normas y guiarse como se quiera, sino que al aplicarlas hay que procurar que los fieles cristianos encuentren en ellas la presencia de Jesús misericordioso, que no condena, sino que exhorta a no pecar más porque da la gracia”.
Deseo por tanto que los trabajos de la Facultad Eclesiástica de Teología y el Programa de Licenciatura en Derecho Canónico sean la ocasión de dar a conocer y manifestar de una manera concreta en los diversos ámbitos la buena noticia de la misericordia de Dios que se manifiesta en Jesucristo, redentor del hombre, que como nos recordaba san Juan Pablo II es el centro del cosmos y de la historia.
Celebramos ahora la Eucaristía que es acción de gracias. Damos gracias por este nuevo año académico que comenzamos y lo ponemos bajo la asistencia del Espíritu Santo que nos guía a la verdad y bajo la protección amorosa de la Virgen María que conservaba todas estas cosas que tenían que ver con su Hijo y las meditaba en su corazón.