Dra. Carla Gutiérrez Bravo: Investiga microalgas y descubre en ellas propiedades nutricionales de buena calidad.
El estudio de la Dra. Gutiérrez Bravo está basado en la reconstrucción de una vía metabólica de la microalga marina Nannochloropsis gaditana para aumentar la producción de ácidos grasos y poder sustituir el aceite de pescado que se ocupa en la industria de alimentos acuícolas.
La investigadora posdoctoral del Instituto de Biología de la PUCV trabaja actualmente en el área de Biología Molecular de Microalgas con la Dra. Vitalia Henríquez, desarrollando una publicación cuyo objetivo principal es entregar un producto que no solo pueda beneficiar a la industria alimentaria acuícola, enfocada al consumo de los peces, sino que se pueda seguir perfeccionando y lograr así una formulación para consumo humano.
La existencia de una creciente preocupación por sustituir algunos productos como la harina de pescado, que es altamente contaminante, desprende olor residual y utiliza químicos que caen al mar como el mercurio, hicieron pensar a Carla Gutiérrez en la necesidad de encontrar en las microalgas ciertas características sustentables que las hacen ricas en ácido graso, sin olor residual y de fácil extracción en Chile. Se trata de un trabajo que viene desarrollando desde hace 1 año y que lleva por título: "Reconstrucción de la vía metabólica ω-3 LC-PUFA de Nannochloropsis gaditana mediante el sistema CRISPR/Cas9: Producción de DHA para su potencial uso como sustituto al aceite de pescado en alimentos acuícolas".
Desde un obligado retiro en su casa por la emergencia sanitaria que afecta a nuestro país, la Dra. Gutiérrez avanza en sus investigaciones y hace una pausa para compartir algunas experiencias que ha vivido a lo largo de su carrera académica.
- Como investigadora ¿qué la llevó a interesarse en este tema?
Mi tesis de pregrado la realicé en el Laboratorio de Genética e Inmunología Molecular (GIM), de la PUCV; identifiqué y diseñé herramientas moleculares para la microalga Haematococcus pluvialis. Posteriormente, realicé el doctorado en la Universidad de Friburgo, Alemania, donde trabajé en ciencia básica en la planta modelo, Arabidopsis thaliana; parte de mis resultados de tesis doctoral fueron publicados en la prestigiosa revista Nature Plants, que posee un alto índice de impacto. Fui a Alemania con el principal objetivo de adquirir el conocimiento necesario para desarrollar herramientas que me permitan resolver problemas prácticos, para finalmente converger en un modelo entre plantas y algas que me permita desarrollar mi propia línea de investigación y es por esto que regresé a Chile. En este momento, llevo dos proyectos a cargo con las microalgas marinas Nannochloropsis gaditana y Tetraselmis suecica.
Mi interés para trabajar con Nannochloropsis gaditana, también surgió desde una opción personal, porque mi dieta es 80% vegetariana, y contar con una nueva fuente vegetal rica en nutrientes esenciales como los ácidos grasos poliinsaturados de la serie omega-3 (EPA y DHA), es fundamental. Así, frente a la premisa que EPA y DHA son nutrientes esenciales para una vida más saludable y sumado al continuo aumento de la población mundial, es que esta investigación es de gran importancia para promover la sostenibilidad de los lípidos marinos y reducir el impacto ambiental de la pesca sin comprometer las necesidades de salud humana. La Dra. Vitalia Henríquez es quien me guía en todo esto; desarrollamos una idea y la concretamos en conjunto. Pero fue una suma de cosas, ha sido un trabajo en equipo.
- ¿De qué manera el posdoctorado ha potenciado su investigación?
Muchas veces se hace un posdoctorado por inercia, y como lo más obvio después de un doctorado. En mi caso, durante mi proceso doctoral tuve la oportunidad de pensar realmente lo que quería hacer. Es así que decidí volver a Chile. Porque mi intención es seguir en la academia y creo que eso permite el posdoctorado. Te da la oportunidad de ver realmente lo que pasa al interior de un Instituto, o ver si lo que te ofrece la universidad y la academia es compatible con lo que tú quieres. Para mí ha sido bien satisfactorio. Todo científico quiere tener fuente de financiamiento, publicar, ir a congresos y tener estudiantes. Yo he podido cumplir todo eso. Me adjudiqué el Fondecyt, también me gané la beca interna de la Universidad, recién me aceptaron una publicación, el año pasado fui a un congreso muy importante de microalgas en Paris, he tenido la oportunidad de contar con el trabajo colaborativo de estudiantes de pregrado y de magíster. Por eso estoy muy contenta con lo que he logrado y con lo que el Instituto me ha entregado. No solamente trabajo en mi proyecto; además colaboro con mi profesora en torno a nuevas ideas. Estoy redactando un montón de cosas más en paralelo y tengo libertad. Esa también es la idea de una posición posdoctoral, hacer un trabajo independiente.
- ¿Cuál es el principal aporte de su investigación?
Hasta antes de la pandemia, la tendencia mundial se orientaba a satisfacer la necesidad de alimentar a 7 mil millones de personas. El 70% de la producción alimenticia se destina al consumo humano. Entonces se requiere modificar las prácticas agrícolas, porque al ritmo que iba creciendo la población y sin este paréntesis, que no sabemos cómo va a seguir, necesitamos tener productos de buena calidad, que sean nutritivos. Además, las tierras cultivables se están agotando. Está creciendo la población y, por lo tanto, necesitamos extraer materias primas que estén más disponibles, como es el caso de las microalgas marinas que, además, en el contexto actual de sequía, no necesitan agua dulce. Si a esto sumamos los cambios climáticos que estamos enfrentando, si ocupamos productos marinos de buena calidad, nutricionalmente hablando, creo que es una ventaja que ya la están tomando en muchos lados. Chile debería estar a la altura ya que contamos con costa en todo el territorio. Si bien mi investigación está enfocada a la industria acuícola, por qué no elaborar un producto que podamos consumir los seres humanos, que sea saludable, rico en ácidos grasos, bajo en colesterol y todo lo que eso involucra. Espero que obtengamos resultados que se puedan transferir a la comunidad.
- ¿Cuál es el rol de la PUCV en la promoción de investigaciones relacionadas con las necesidades de la región?
Es importante internacionalizar a nuestros estudiantes, porque deben tener la experiencia de ver otros mercados, otras culturas, otros sistemas educacionales, para que estén más íntegros al momento de analizar y ver lo que pasa a nuestro alrededor. Pero sin duda, cada vez más, las universidades están siendo empáticas con la realidad regional. Es muy importante descentralizar Chile. Todos sabemos que Santiago ofrece mayores recursos para la investigación, las universidades tienen grandes instalaciones. Es más fácil hacer ciencia en Santiago. Yo no soy de Valparaíso, pero creo que como región hay que potenciar el lugar donde estudiaste y la PUCV lo está haciendo. En nuestro laboratorio de genética y biología molecular nos basamos en salud y producción animal acuícola, en el área de los peces, microalgas, inmunología, etc. En un lugar donde los estudiantes sí se pueden sentir muy interesados en ser parte de lo que como Instituto de Biología ofrecemos a la investigación, con profesores de muy buena calidad.
- ¿Qué consejo le daría a alguien que esté pensando en seguir el camino de un posdoctorado?
Yo estoy muy feliz de la carrera que he formado, pero no desconozco que es un mundo bastante difícil. Pensando en los estudiantes de pregrado, más que fijarme en el prestigio de los profesores o los grandes títulos que puedan tener, me encargaría de conversar con quienes trabajan con estos profesores. En la ciencia es muy importante conocer el ambiente laboral que se quiere enfrentar. Es muy importante conversar con doctores, con posdoctores, con magíster y con estudiantes de pregrado que están haciendo las tesis. Pienso que la comunicación entre nosotros es fundamental a la hora de decidir hacer un posgrado. Hay que fijarse en los grupos de trabajo, más que en una ideología de un profesor o de una línea de investigación; creo que es un conjunto. También hay que estar conscientes de que hacer ciencia es una labor independiente, de autodisciplina y de ser generoso con la investigación.
En los procesos de investigación uno ve mucha competencia, falta de interés en no saber de lo que pasa a tu alrededor y en otros temas científicos. Pero cuando hay una comunicación fluida entre profesor, posdoctor, doctorado, magíster y estudiante de pregrado se produce una integridad en todos los ámbitos de la investigación. Ese es un buen consejo: saber adónde van a ir, con qué equipo. Hay que conocer el equipo de trabajo, hay que estar atentos a los buenos equipos de trabajo.
A los estudiantes de doctorado, les diría que cuando estén finalizando deben darse cuenta de lo que realmente quieren hacer. Una opción puede ser la industria, otra la academia. hay muchas otras opciones, que el postdoctorado no es la única opción y que vean si satisface sus ambiciones personales. No postulen por inercia.
- ¿Qué importancia le da al hecho de que los estudiantes puedan salir del país para profundizar sus estudios?
Yo aconsejo adquirir el conocimiento y transmitirlo acá, combinarlo, y ayudar. Por lo menos esa fue mi intención. Si bien yo no me gané una Beca Chile, sino una beca alemana, igualmente quise volver, no sólo para producir algún producto, sino también porque considero que es importante la formación de capital humano en Ciencia. Los científicos somos bien arrogantes, individualistas, y estimo que cuando uno sale a estudiar a otro país debiésemos ser más humildes, para poder transferir eso a los estudiantes: que uno fue, viajó y se dio cuenta que afuera hay gente mucho mejor que uno. Es bueno volver para traspasar lo aprendido.
- ¿Cómo se enfrenta una investigación científica en tiempos de pandemia?
Todo el tiempo escribiendo me ha ayudado a ordenar resultados. En estos momentos no soy mamá. Tengo la comodidad de estar en mi casa tranquila. Pero lamentablemente en la sociedad que estamos, a lo mejor van a producirse hartos libros y publicaciones de investigadores hombres, que no asumen tanto el peso con la responsabilidad de compartir los tiempos entre la casa y la academia. Eso se replica en todas las áreas, independientemente de que yo no sea mamá. Lo veo y soy empática.
Es primordial calmar la ansiedad; trato de cuidar mi salud mental. Por la imposibilidad de ir al laboratorio, uno siempre tiene la presión de avanzar lo más posible, porque si no llegas al resultado final, puede que no tengas financiamiento para el próximo año, y como es un trabajo tan vulnerable en cuanto a las medidas de protección social, la salud mental se puede ver afectada. Tengo la suerte de contar con psicólogos que me ayudan. También de invertir el tiempo en leer. En mi caso he podido estar escribiendo otros proyectos con otras ideas. Hay que seguir postulando a proyectos, seguir formando a estudiantes. Trato de tener una buena comunicación con ellos, mucha videoconferencia. No hay que dejar de lado a los estudiantes. Trabajo con una estudiante de magíster del Instituto de Biología. Es muy importante fomentarles el hábito de la lectura, sin presiones obviamente, porque uno nunca sabe cuál es la realidad al otro lado de la pantalla.
Creo que hay que mantenerse activo leyendo y tomarse pausas para disfrutar con la familia, la pareja, las mascotas, y volver a leer. Así, tratando de encontrar un balance, quizás desarrollando algún hobby, se puede vivir la pandemia, la situación actual, y seguir trabajando y escribiendo.
Continuar en contacto con los estudiantes, eso es súper importante. Que sientan que su investigación no está botada. Muchas veces son estudiantes que no están recibiendo ingresos.
- ¿Cuál debería ser el rol de los/as investigadores científicos en estos momentos?
Se sabe que el Gobierno está tratando de que más universidades se sumen y sean partícipes en la detección de los diagnósticos, y yo estoy completamente dispuesta. Soy de formación bioquímica, tengo experiencia en clínica, he trabajo con líneas celulares. Entonces tengo experiencia y disponibilidad. Como doctora me gustaría participar y he puesto a disposición mi intención de ser voluntaria en el diagnóstico si alguna vez la PUCV participa de esto. Así quiero ayudar.
Creo que lo más importante que se ha visto hoy en día, es la manera en cómo los científicos nos expresamos ante la ciudadanía, hacia la gente que no tiene los conocimientos que nosotros tenemos.
Desde mi punto de vista, no tengo ansiedad en descubrir la vacuna contra el coronavirus. Porque comunicacionalmente hablando, soy mala para expresarme. Es verdad eso que dicen que cuando un investigador sale del laboratorio a sentarse afuera es bien complicado, porque pasamos la mayor parte del tiempo solos, estando muchas horas pensando con nosotros mismos. Entonces creo que, con esto del coronavirus se está abriendo una instancia para saber cómo comunicar nuestras líneas de investigación o lo que nosotros sabemos, transmitirlo y llamar a la comunidad a cuidarse, entregando conocimiento sobre la importancia de leer datos verídicos, confiables, ayudar a detectar noticias falsas y aquellas que no tengan el rigor científico adecuado. Somos nosotros los que en estos momentos tenemos que decir: “mira, sabe que yo no soy de esta área, pero he leído fuentes que son confiables, que tienen reputación y son aceptadas internacionalmente”. Explicarlo de manera sencilla, pero verídicamente”.
A la Dra. Carla Gutiérrez Bravo el Instituto de Biología de la PUCV, le ha dado la oportunidad, libertad y financiamiento para desarrollar su investigación, según comenta la investigadora, ya que “no solo he tenido aportes de Fondecyt; también he recibido el apoyo del Instituto en distintos proyectos donde trabajo paralelamente, ya sea en mi participación en congresos como con insumos para el laboratorio. Estoy muy agradecida de tener las instalaciones, la preocupación y financiamiento para seguir avanzando en este estudio”.