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Consagrada al oficio: “Tengo todas mis melodías dentro de mí”
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Estefanía
Etcheverría T.
Como
folklorista Margot interpreta, baila, escribe, investiga,
aprende y enseña. El campo lo lleva dentro y lo deja en cada
escenario y en cada palabra. Su entonación es rural, a veces
habla despacito como si no quisiera romper el silencio de la
madrugada en que una mujer se levanta a amasar pan; en otros
momentos, levanta la voz como si estuviera en medio de un
potrero.
Sin embargo, ella no se ha pasado la vida
entre gallinas y chanchos. Su estudio lo llevó a las aulas
universitarias, desde donde el conocimiento volvió a salir
porque creó los primeros conjuntos folklóricos del país.
-¿Cómo llegó a estudiar metódicamente el folklore?
“Creo que cuando llegué a la universidad, para poder
enseñar, empecé a pensar en lo que vi, lo que oí y lo que
estaba viviendo. Iba yo enseñando y a la vez aprendiendo de
mis discípulos. Entonces primero era la emoción, porque soy
una empírica. En el canto y en todo esto, soy primero
campesina. De la tierra traigo yo la fuerza, del paisaje, de
los árboles. Estoy llena de paisajes por dentro, llena de
rostros campesinos”.
-¿Pensó en componer?
“Sí, tengo algunas cositas, pero no me considero
compositora. Pero hay algunas cosas que se cantan, incluso
como tradicionales, y son mías. No se sabe, yo me quedo
calladita”.
- ¿Muy autocrítica con lo que hace?
“Yo ¡buh! me mato. Nunca quedo conforme, me reto todo
el tiempo. No quedo conforme. Idiota, pudiste hacerlo
mejor,digo”.
-¿Qué significan los premios para
usted? “No me importan mucho, fíjese. Me dan tanto
susto, porque digo que me iré a morir luego que me dan
tantos premios. Yo no lo hago por eso, ni por los
reconocimientos; sino porque es vida para mí, es una necesidad
capital”.
-¿Le costó entrar al inexplorado campo
del folklore? “Todo lo contrario, eso fue mejor porque
ahora hay mucha gente. Está lleno de problemas: hay más
profesores que alumnos, todos escriben libros cada semana ¡Por
favor! Yo llevo este libro cinco años y la tonada la llevo en
mí sesenta”.
- Entonces falta rigor.
“Rigor, profundidad, estudios, respeto, conocimiento,
modestia. Lentitud para hacer las cosas, porque una persona
que cante una tonada y baile una cueca no es un folklorista.
Un folklorista se hace en años”.
-¿La han
discriminado por la edad? “Hasta hoy no, gracias a
Dios. Habrá algunos que dirán hasta cuándo esta vieja
porque les puede molestar, pero la mayoría de los chilenos
quiere que yo siga en la ruta, que no muera”.
-¿Le
asusta el momento de la muerte? “Sí, así es. Pero
amanezco cantando. Yo sueño cantando. Tengo todas mis melodías
dentro de mí y las siento en cada momento. Todo va dentro,
junto con los paisajes, todo eso está en mí”.
-
Realmente va a llegar a la tumba cantando. “Sí, así va
a ser. Y enojada, porque no me quiero morir”.
-¿Por
qué no? “Porque me gusta la vida, porque he tomado de
ella lo mejor, todo lo bello que tiene, todo lo lindo: las
personas que nos ayudan y que nos quieren, hogares a través de
todo el país, lo que me ha dado el público de Chile, mis
maestros y mis alumnos. “Debo ser muy materialista porque
quiero esta carne que nos hace sufrir, pero que me hace tomar
mi guitarra, tener una voz, mirar a mi marido, verlo ahí
sentadito precioso, también acostado (se ríe a
carcajadas)”.
A pesar de su confesado interés por la
vida y lo corpóreo, hace un tiempo Margot comenzó a
cuestionarse sobre lo trascendente. “El espíritu para mi nace
de la materia, creo que no hay espíritu sin materia. A esas
alturas llego yo soñando ahora. Antes lo hacía con la cueca,
el zapateo de punta y taco y ahí estaba re contenta, pero
cuando comencé a ver estas cosas de la otra vida, me
complicó”.
También se complicó buscando respuestas
sobre la existencia de Dios. Aunque todavía sus dudas superan
a las certezas, la folklorista sacó algunas conclusiones.
“Para mi Dios es sobre todo energía, es intangible, eso es. Y
en este momento estoy muy preocupada por él”.
-
¿Por qué? “Porque la tierra va a estallar. ¿Usted ve
lo que está pasando en la tierra? Es para pensar. Estamos en
el aire y dentro hay puro fuego. En este momento hay calores
salvajes, un día nos vamos a quemar por abajo y el sol por
arriba. Así la tierra va a terminar, indudablemente que va a
acabar. Entonces, para qué me voy a preocupar de la otra vida,
si vamos a cagar toditos”.
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