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Conversando con Margot Loyola, folklorista
 
  • “Después de los sesenta la vida se enfrenta con otra velocidad, más lento, pero más profundamente”
  • Entrevista realizada por el Dpto. Comunicaciones, Servicio Nacional del Adulto Mayor
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    Sumamente especial, acogedora, capaz de transmitir sentimientos profundos, de dar alegría y tristeza, capaz de hacer reír y llorar a cualquiera. Así es Margot Loyola, única, espontánea, representante de nuestro pueblo, de nuestra tierra. Vivió su infancia en Linares en compañía de sus padres, rodeada de naturaleza, de canto y música. Apasionada y sensible, continua investigando, estudiando y trabajando a favor de nuestro folclore, siempre en compañía de su marido, su gran amigo, su alma gemela. Confiesa amar lo que hace profundamente. Dice que a través del canto se entiende con la mayoría. Ha recibido 160 premios, entre ellos el Premio Nacional de Arte mención Música en 1994, convirtiéndose en la primera mujer a la que se le entrega este galardón. Su aporte es enorme, ya que ha recolectado una gran cantidad de material a través de sus distintos viajes, los que incluso la llevaron a la Unión Soviética. Ha sido la gran responsable de dar a conocer la música auténtica de los mapuches, “el canto de la Machi es el canto más profundo de Latinoamérica”, dice. Es profesora emérita de la Universidad Católica. Admirada, gran figura de la cultura musical chilena, Margot Loyola se ha convertido en un puente para la música tradicional, “la cantora aprende por la imitación de la vida en el terreno”. Amante de la naturaleza, esta destacada mujer de campo, sencilla y encantadora, ha sabido reconocer la autenticidad de nuestro pueblo en su música y su danza, ha rescatado el alma popular y ha luchado incansablemente por nuestro Chile.

    Premio Nacional de Arte en 1994, Margot Loyola ha rescatado el alma popular y ha luchado incansablemente por su Chile
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  • ¿Qué recuerda de su niñez?

    M.L: Paisajes, ríos, sauces, álamos, caminos. Sobretodo paisajes, siendo yo parte del paisaje. Los árboles me marcaron. Dice mi madre que cuando me pude parar, me puso en un árbol y anduve afirmada en él. El árbol significa mucho para mí, dura mucho más que el hombre, algunos tienen quinientos años de vida y están erguidos y viviendo. Mi niñez fue con pocos juegos, estuve muy preocupada de cosas de gente grande. Viví rodeada de música y canto, de música de la naturaleza, que es superior.

  • ¿Cómo fue su relación con sus padres?

    M.L: Que linda pregunta. Fui la regalona de mi padre, un día me dijo mi mamá que yo iba a llorar más a mi padre que a ella. Sin embargo, los lloré a los dos, pero más a mi madre. Creo que la conocí bien después de muerta, porque no hubo mucha conversación entre las dos. Mi madre era una mujer superior, le gustaba mucho la filosofía, la pintura, la veo siempre pensando en el más allá. Le interesaba la vida y la muerte. Mi padre en cambio era un hombre muy sencillo, al que le gustaba mucho la jarana, la tonada y la cueca, entonces por ahí salí yo.

  • ¿Cómo ha sido su vida?

    M.L: Todo lo que hecho en mi vida ha sido sin pensarlo. He sido una mujer de muy pocas ambiciones, me conformo con muy poco y agradezco a Dios todo lo que tengo. Creo que he sido profeta en mi tierra, porque me siento muy querida por toda la gente. El otro día me siguió un muchacho de unos 22 años, compró un clavel y me lo entregó sin hablar, “¿por qué es esto?” le pregunté, “es que usted a hecho tanto por nosotros” me dijo. Mire que lindo, cosas como esa me pasan a diario y no es por mí, es por nuestra música, por la música de nuestro pueblo, de nuestra tradición, porque se sienten identificados de alguna forma con lo chileno.

    "Yo quiero seguir con mi guitarra y mi voz, el pañuelo al viento, quiero seguir con mis caminos, no quiero dejar Chile"

  • ¿Cuándo se dio cuenta que su vocación era la música?

    M.L: Yo no se si tuve vocación o si fue a la fuerza. Siempre quise ser artista, pero lo primero que vi en Linares fueron los circos, una mujer caminando por las alturas vestida de mariposa, yo quería ser esa mariposa. Sin embargo, el canto me marcó cuando mi padre me llevó a una opera. Mi madre en tanto, quería que fuera pianista, así que a los 8 años empecé a estudiar piano con un profesor de Talca. Incluso llegué al conservatorio. En algún momento, sin pensarlo, me encontré sumergida sólo en el campo del folclore. A mi me gustaba todo, pero tuve un llamado profundo de la tierra.

  • ¿Cómo ha sido su relación con los medios?

    M.L: Para los medios yo no existo, pero para mi sí existen. Los últimos programas que hice para la televisión fueron muy buenos y hay que destacarlos. En el año 1972 tuve un programa en el canal nacional durante casi un año. Yo era la reina, incluso alcancé a presentar a Las Cuatro Huasas. Recuerdo con mucha pena esa posibilidad que tuve en la televisión. Fueron años gloriosos para nuestra música tradicional.

  • ¿Cómo fueron sus inicios en la música?

    M.L: Al principio canté con mi hermana Estela, ella tenía una linda voz. Cantamos poco más de diez años, en el 50 vino el rompimiento y empecé una segunda etapa de mi vida porque tuve que comenzar a cantar sola y nadie me quería escuchar. Entonces me fui a Buenos Aires en tren y sin plata, tocando las puertas de los grandes. Ellos me recibieron muy bien y dijeron cosas lindas sobre mí, entonces cuando volví, la gente reconoció que la Loyola podía sola. Desde entonces he ido por toda Latinoamérica con mi guitarra.

  • ¿Cómo le han afectado los cambios en la tecnología?

    M.L: Pésimo, no puedo entender esa forma de grabar, cante- pare. No entiendo los instrumentos electrónicos. Lo último que grabé fue con los Quincheros y nunca los vi. Mi primera grabación fue con unos pascuenses que estaban acá. Ensayé con ellos un año, ya que tenía que sentir como pascuense, no era sólo repetir. Cuando llegamos a la grabación los chicos no hicieron nada de lo que ensayamos, fue todo improvisado. Empezamos a las doce y a las siete de la tarde el disco estaba grabado. Ellos son improvisadores absolutos. Lanzamos el disco en el Teatro Municipal de Santiago y bailé un sau- sau con uno de ellos. Eso nunca se había visto, nosotros somos un país con danza de cuerpo erguido y poco movimiento de cintura. Ahora están acostumbrados, pero en 1960 no era así.

  • ¿Siente usted que la labor de los folcloristas es poco reconocida?

    M.L: Los folcloristas pueden ser la gente que estudia, la gente que canta y baila, los intérpretes y también estamos nosotros, los que arañamos la tierra, sacamos el oro y lo entregamos a los discípulos y al público, y estamos un poco olvidados. Algunos nombres que recuerdo y que quisiera destacar son los de Raquel Barros, José Ortiz, Carlos Medel y Pedro Yánez, el primero entre los cantores. Por ellos abogo yo.

  • ¿Qué sintió cuando recibió el Premio Nacional de Arte?

    M.L: Fue maravilloso. Eso fue un milagro de Dios. Estaba en México cuando me llamó el Ministro, a las cinco de la mañana y me dijo “ganó el premio Margot”. Casi me desmayé, me abracé con mi marido y nos pusimos a llorar. Luego en la ceremonia de recibimiento había huasos, niños, mapuches, fue una fiesta impresionante. Lo más importante fue que el campesino sintió que lo que ellos hacían tenía un valor. Creo que no hubo premio mejor recibido por el pueblo.

  • ¿Qué siente por su tierra?

    M.L: (Llora) Siento un drama señorita porque no veo a este país como quisiera, veo que mi tierra es tan linda, que los chilenos son tan capaces, pero no se porqué no llega la idealización, donde todos estemos en un mismo nivel, teniendo cada uno lo que merece. No me refiero a la igualdad absoluta porque yo no he creído nunca en la alegría colectiva, sin embargo he sentido la alegría y el drama colectivo. ¿Será que yo idealizo todo? Puede ser eso, que yo aspiro a la idealización para quedar conforme. A veces tengo tan pocas esperanzas y otras veces me lleno de ellas. Oscilo, en un momento me levanto y luego caigo. Me río y de un momento a otro, lloro, es natural en mi.

  • ¿Tiene hijos?

    M.L: No, de mi sangre no. Que bueno que no los tuve porque el universo está mal. Pero tengo muchos hijos que no son de vientre, son de alma.

  • ¿Cuáles son sus temores?

    M.L: Me da miedo esta época, trato de animarme cantando, de ayudarme escribiendo, estoy escribiendo cosas bonitas que tengo dentro de mí, muy bonitas, tristes también, pero es que tiene que haber tristeza sino moriríamos de gusto. Tiene que existir la dualidad en todo.

  • ¿Cuál ha sido su secreto para estar activa?

    M.L: El amor que tengo por mi país, yo creo que toda la gente ama por sobretodo a la tierra. El amor a la vida a pesar de todo, porque hay cosas muy bonitas.

  • ¿Cómo cree usted que es el trato que reciben nuestros adultos mayores?

    M.L: En Chile en este momento se les está tratando muy bien, esa es una de las cosas bonitas que se ha logrado en este país. Los adultos mayores nos están enseñando muchas cosas. Es gente muy joven, que tiene mucha raíz.

  • ¿Cómo ha sido su proceso de envejecimiento?

    M.L: Muy jodido (ríe). No acepto el proceso. Una vez mi comadre Violeta Parra me dijo “el momento de la muerte lo debemos decidir nosotros”, yo me aterré. Ella lo cumplió, entonces si usted me habla de envejecimiento, me habla de un acercamiento a la muerte.

  • ¿Le teme a la muerte?

    M.L: Miedo no, porque no puedo temerle a algo en lo que no creo. Yo quiero seguir con mi guitarra y mi voz, el pañuelo al viento, quiero seguir con mis caminos, no quiero dejar Chile nunca.

  • ¿Qué cosas la sorprenden?

    M.L: Me sorprende y me gusta la libertad que tiene la juventud de esta época.

  • ¿Qué le falta por hacer?

    M.L: Creo que no he hecho nada todavía, así que me falta todo, cómo no estaré apurada (ríe). Hablando más objetivamente yo he dejado una escuela acá en Chile. Trabajé en las escuelas de temporada de la Universidad de Chile, desde 1949 hasta 1963, cuando se cierran. Fui por todo Chile haciendo clases de cueca y de guitarra, o sea, yo enseñaba la cueca y la tonada desde Arica a Magallanes, cada clase era una fiesta donde todos vibrábamos con el ritmo de Chile.

  • ¿Qué falta por hacer en beneficio de nuestros adultos mayores?

    M.L: Creo que lo que se está haciendo está bastante bien, vamos bien encaminados, se les da la posibilidad de estudiar, de que se sientan jóvenes, que salgan a pasear. Hay que felicitar a Chile por eso.

  • ¿Está contenta con su vida?

    M.L: Sí, contenta exactamente, es que no he tenido grandes ambiciones. Me casé hace quince años pero con mi marido nos conocemos hace mucho tiempo. Me costó harto decidirme porque él es más joven. Yo pensaba que me iba a dejar en cuanto me pusiera vieja. Sin embargo me convenció, estuvo derechito treinta años, ni la mirada se le iba. Hace un año nos casamos por la Iglesia. He sido una absolutista del amor, por eso estaba siempre sola.

  • ¿Cómo se enfrenta la vida después de los 60?

    M.L: Con otra velocidad, más lento pero más profundamente.

  • ¿Hay algún mensaje que quisiera enviar a sus pares?

    M.L: Yo quisiera que los adultos mayores me mandaran algún mensaje a mí.

    Fuente: www.senama.cl




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