La Vida al Límite: Investigación Revela los Secretos de los Bosques Andinos y su Ecosistema Extremo
Este trabajo se desarrolla junto a académicos de la Universidad Austral de Chile, Universidad de Talca, Universidad de Santiago de Chile y la Universidad de La Frontera.
Francisco Fonturbel, investigador del proyecto Núcleo Milenio Límite de la Vida Patagónica, concluye un estudio de tres años que explora los mecanismos de supervivencia de los ecosistemas en los límites arbóreos de los bosques de montaña. Estos entornos, caracterizados por sus condiciones extremas dificultan el crecimiento de un bosque tradicional de baja altura señalando al respecto: “las condiciones de frío, menor oxígeno y climas cambiantes, en la altura hacen que solo algunas especies puedan persistir en estos lugares donde la llegada del invierno hace todo más extremo”.
Este lugar alberga comunidades únicas y resilientes que desafían los límites de la biología. Los bosques de lenga, ubicados en las zonas más altas de la cordillera, destacan por su singularidad, dado que, en otras latitudes los límites arbóreos están dominados por coníferas. Este fenómeno, que se origina por un proceso evolutivo que ha tomado miles de años y los ha transformado en los bosques más antiguos de Sudamérica. Y son los ancestros de los actuales bosques tropicales de la región. Esto se debe según lo mencionado al académico del Instituto de Biología, a que diversos estudios sugieren que, en épocas pasadas, cuando la cordillera de los Andes era más baja, existía un continuo de vegetación que se extendió desde el sur hacia el norte de Sudamérica y que estos bosques fueron evolucionando en la medida que la Cordillera de Los Andes se fue formando como una gran franja montañosa y de gran altura.
Dentro de los descubrimientos de esta primera etapa, uno de los más curiosos fue la identificación de una levadura ancestral de la cerveza, que crece en los árboles de lenga que se encuentra en el límite del bosque. Esta levadura, es dispersada dentro del bosque, por el monito del monte a través de sus heces, y según lo comentado por el académico del Instituto de Biología, protagonizó colaboraciones con una cervecería artesanal de Valdivia y con Heineken, que lanzó una edición especial llamada Patagonia Wild.
Por otro lado, este proyecto ha ayudado a determinar que el monito del monte, considerado un "fósil viviente", también es pieza clave del ecosistema. Este marsupial, capaz de hibernar, depende de los frutos y flores del bosque en periodos críticos, sobre todo en altura donde la cantidad de flores y frutos son cada vez menores. De hecho, también como parte de este proyecto, se ha encontrado que en esta zona el alimento proviene únicamente de la Desmaria mutabilis. o quintral del coihue, que juega un rol crucial en la dieta del monito del monte y otros habitantes del bosque, y de acuerdo a lo indicado por el Dr. Fonturbel, “este parásito, que florece brevemente entre diciembre y enero, y en un periodo crítico del año, es el alimento del bosque límite y es lo que al parecer podría explicar la presencia de monitos del bosque en altura”.
Pese a todo, el cambio climático amenaza la supervivencia del monito del monte, dado que los eventos de altas temperaturas en invierno están interrumpiendo su hibernación, lo que provoca su despertar en un periodo donde no hay alimento disponible y generando, además, un gasto energético insostenible y pone en riesgo su capacidad de adaptación, ante esta situación el Dr. Fonturbel y parte del equipo, han determinado que este marsupial, requiere de un mínimo de días frios durante el invierno para sobrevivir al invierno.
Dentro de sus visitas a terreno en la zona de Nahuelbuta, se encontraron que la Desmaria mutabilis, cohabita y comparte un espacio común con la otra planta párasito como es el Tristerix. Si bien no compiten realmente por espacio dado que esta última se encuentra desde la parte media-baja del bosque mientras la otra la parte media alta y además el Tristerix, no puede parasitar los Nothofagus. Curiosamente, ambos parásitos comparten una interacción insospechada, la Tristerix incapaz de parasitar directamente los árboles Nothofagus, lo hace a través de la Desmaria, abriendo nuevas perspectivas sobre la dinámica de estas especies.
Otro hallazgo relevante involucra los cambios en la composición de microorganismos en los suelos durante el otoño e invierno. La caída de hojas de la Desmaria parece beneficiar a hongos micorrícicos, que establecen simbiosis con las raíces de los árboles y podrían alimentar los bosques durante los periodos más críticos. A medida que los efectos del cambio climático se intensifican, el proyecto revela la fragilidad de estos ecosistemas. Por lo mismo, en una segunda etapa del proyecto que están postulando, buscan realizar predicciones climáticas indican que el aumento de temperaturas podría amenazar no solo la biodiversidad del bosque límite, sino también la supervivencia de especies como el monito del monte.
Pensando también en la próxima fase del proyecto, Fonturbel y el equipo de trabajo buscarán profundizar en estas interacciones complejas para comprender mejor cómo estos ecosistemas podrán enfrentar los retos del futuro. “Todo parece estar conectado: desde las plantas parásitas hasta los microorganismos y los árboles de lenga. Este bosque es un microcosmos único que debemos proteger”, concluye el investigador. Este estudio, además de desentrañar los misterios de un ecosistema extremo, lanza un poderoso llamado a conservar uno de los paisajes más antiguos y singulares de Sudamérica frente a los desafíos del cambio climático.
Fuente Facultad de Ciencias